domingo, 17 de julio de 2016

¡Que vienen los rojos!

Pues resulta que llego el viernes a trabajar, con un montón de cosas que hacer, y un montón de fuegos que apagar (desde que salgo de la oficina como a las 19.30 hasta que entro a las 8.30, se me encienden todos los días un par), y empiezo a meter caña a los chinos para que nos diera tiempo a hacer todo antes de que entren a trabajar en Madrid, y me dicen: “Oye, Laura, que no podemos, tía, que tenemos todos una reunión súper importante y nos vamos a las 9.30”. Tal que les veo que cogen sus libretitas rojas con letras chinas y estrellitas doradas, y viene la única que china que no tenía reunión y me dice bajito: “Es que se van al comité del partido comunista”. Que no sé bien por qué me lo dice bajito cuando en las libretitas, debajo de las letras chinas, hay una hoz y un martillo, pero bueno.
Estoy intentando descubrir, sin ser demasiado ni inquisitiva, qué clase de beneficios les reporta, a día de hoy, seguir siendo del partido. Me refiero, entiendo que en otra situación mundial, durante la guerra fría, durante la Revolución Cultural, fuera ventajoso estar metido en el ajo, pero a día de hoy, con la carrera acabada (por lo visto la gente popular en la uni se mete en el partido) y estando colocados como ingenieros en la séptima empresa más grande del mundo, no sé si tiene mucho sentido.  Por otro lado, tengo la sensación de que van al comité por escaquearse, porque con la tontería del rojerío perdieron la mañana.

Me sorprende mucho que a día de hoy, y parece ser que especialmente en Cantón, la gente sea socia del partido de manera masiva. No estoy en contra, en absoluto, de que lo sean, pero me sorprende que la sociedad “comunista” china viva metida en un Starbucks. A ver, no voy a decir que por ser comunistas no puedan ir a hacer postureo, que claro que pueden, lo que pasa es que no creo que Starbucks China sea del Estado al 51%. Pero bueno, incluso estos rojos tienen otros principios. 

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