Pues resulta que llego el viernes a trabajar, con un montón
de cosas que hacer, y un montón de fuegos que apagar (desde que salgo de la
oficina como a las 19.30 hasta que entro a las 8.30, se me encienden todos los
días un par), y empiezo a meter caña a los chinos para que nos diera tiempo a
hacer todo antes de que entren a trabajar en Madrid, y me dicen: “Oye, Laura,
que no podemos, tía, que tenemos todos una reunión súper importante y nos vamos
a las 9.30”. Tal que les veo que cogen sus libretitas rojas con letras chinas y
estrellitas doradas, y viene la única que china que no tenía reunión y me dice
bajito: “Es que se van al comité del partido comunista”. Que no sé bien por qué
me lo dice bajito cuando en las libretitas, debajo de las letras chinas, hay
una hoz y un martillo, pero bueno.
Estoy intentando descubrir, sin ser demasiado ni
inquisitiva, qué clase de beneficios les reporta, a día de hoy, seguir siendo
del partido. Me refiero, entiendo que en otra situación mundial, durante la
guerra fría, durante la Revolución Cultural, fuera ventajoso estar metido en el
ajo, pero a día de hoy, con la carrera acabada (por lo visto la gente popular
en la uni se mete en el partido) y estando colocados como ingenieros en la
séptima empresa más grande del mundo, no sé si tiene mucho sentido. Por otro lado, tengo la sensación de que van al comité por escaquearse, porque con la tontería del rojerío perdieron la mañana.
Me sorprende mucho que a día de hoy, y parece ser que especialmente
en Cantón, la gente sea socia del partido de manera masiva. No estoy en contra,
en absoluto, de que lo sean, pero me sorprende que la sociedad “comunista”
china viva metida en un Starbucks. A ver, no voy a decir que por ser comunistas
no puedan ir a hacer postureo, que claro que pueden, lo que pasa es que no creo
que Starbucks China sea del Estado al 51%. Pero bueno, incluso estos rojos
tienen otros principios.

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