jueves, 7 de julio de 2016

Llegar a la oficina

Bueno, pues aquí estoy en China. Me siento así:


Me podría poner pedante, y pensar en el shock que tuvieron que vivir los aventureros europeos y árabes de la Edad Media que se vinieron para acá, pero no lo haré y me limitaré al mío propio. Ciertamente esto parece otro planeta. No solo porque todo está en un idioma del que no eres capaz ni de distinguir un carácter de otro, sino que además ves todo con otro filtro. Llevo toda la vida pensando que de Bangladés hasta Japón todo el mundo es igual, y ya veis, últimamente he aprendido a distinguir a los coreanos de los chinos (O-B-V-I-O, los coreanos son los guapos) y me he llegado aquí y, ¡vaya! ¡Hay tantos cohinos que hasta los ves diferentes!
No puedo contar todo lo que me llama la atención, porque si no no acabaría nunca, así que hoy me voy a limitar a la oficina.
Vivo en Tianhe, que es como Azca en Madrid. Y trabajo en la torre de la séptima empresa más grande del mundo codo a codo con sus empleados. Son funcionarios (entiendo, pero aún no lo sé, que la mayoría de la gente en China lo es aún) y trabajan como tal. En Madrid pensaban que no daban ni chapa, que se bajaban a desayunar, a comer, a echarse la siesta (saco incluido)… pero lo cierto es que todo el tiempo que están en la oficina están sentaditos haciendo cosas con el ordenador. Trabajar mucho tampoco, pero internet va a pedales y no creo que a ellos les dé para mucho tampoco. Básicamente es que no saben organizarse, y creo que (hoy mismo lo he comprobado) que retrabajan por hacer algo y llenarse el tiempo.

También es cierto que es gente que vive para estar en la oficina (por favor, notad la sutileza: trabajar versus estar en la oficina) y allí comen, duermen, mandan los emails que no han mandado a las 16.00 a las 23.00… ¡se llevan a sus hijos y hacen tai chi! LO JURO. Y luego pesas. A las 10 suena la musiquilla de tai chi, y los chinos ahí hacen el kung fu panda. 

Después le meten caña a la música (es decir, tai chi con base electrónica) y a hacer pesas. Pesas lo justo y necesario para que no te salgan adiositos.

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