domingo, 10 de julio de 2016

Tianhe

Está a punto de acabarse mi primer fin de semana chino.
Después de ir a la oficina miércoles, jueves y viernes, y salir el viernes a la vez que mi jefe, que está en España, he considerado que me he ganado el fin de semana libre, aunque mis compañeros chinos me dijeron que iban a ir a trabajar el sábado y el domingo. En mi opinión, con la carga de trabajo que tienen no les da para tener que trabajar siete días a la semana; he descubierto que trabajar como un chino no significa hacer más horas que el reloj, sino estar todo el día de cuerpo presente, ya sea echándose la siesta durante dos horas o perdiendo literalmente los papeles. 
Pero hoy quería hablar un poco de Cantón. La verdad, no lo conozco. No podría enseñarle nada a nadie porque no me fío ni de mi sombra, pero me voy haciendo una idea. Vivo en el distrito financiero, ya que es ahí donde está la empresa a la que se ha asociado la mía. El barrio está superbién, no nos vamos a engañar ni ponernos a llorar por las esquinas. Es moderno, el típico de rascacielos, y tiene McDonald’s, Starbucks, KFC, Zara, Louis Vuitton, un Apple Store… En fin, 100% comunista de la época de Mao. Además está al lado del estadio del equipo de fútbol Guangzhou Evergrande, que dicen los entendidos que es un equipo importante. Ahora mismo ya no hay liga, pero están haciendo un concierto de música tradicional y se oye desde mi casa.  

Además el barrio es bastante limpio. En fin, me esperaba hasta escupideras en la oficina (algún compañero me dijo que había, es probable que otros chinos más mayores que los que trabajan conmigo sí que tengan), y lo cierto es que casi no he visto a gente escupir. Bueno, si escupieran, de momento todos los días llueve para limpiarlo, así que no pasaría nada. Lo malo será cuando se acabe la época de monzones. La gente se ve que fuma bastante, y está todo el día comiendo, y sin embargo tampoco hay mucha basura por la calle. Llama mucho la atención, claro. 
Supongo que esto es de esperar en ciudades con más extranjeros, y lo cierto es que aquí hay más bien pocos. Será que ésta es la ciudad más civilizada, pensé. Pero no, ayer estuve en un mercado tradicional y vendían  caballitos de mar, creemos que para hacer medicina. También vendían huevos de  ésos negros podridos, y tripas y demás casquería variada que revuelve los estómagos sensibles. Parece que al fin y al cabo, China sigue siendo China.

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