El otro día estuve en la playa con una compi de la oficina,
y fue una experiencia mística, digna de un post largo e ilustrado.
A mí el verano no me parece verano si no voy por lo menos un
par de días a la playa. Lo necesito porque yo no concibo las vacaciones en otro
lugar que no sea a la orilla del mar. Y
claro, me da finales de agosto, y yo aquí sigo trabajando y me empiezan a dar tics.
En contra de lo que pueda parecer, la playa era un lugar
habitable y muy parecido a una playa en Gandía. Estuvimos en Dameisha, en Shenzhen,
que es una ciudad que linda con Hong Kong, y según la cantidad de buques
cargueros que vimos pasar, debe de ser el puerto por el que sale toda la
mercancía que se fabrica en la provincia de Guangdong. La parte de playa era
como cualquier otra, en fin: chiringuitos, puestos de venta de flotadores y
bañadores, hoteles aberrantes de playa y atascos buscando un lugar para
aparcar. Un horror, vaya, pero suficiente para satisfacer mi mono de playa.
El tema es que llegamos a la playa y lo especial, ya digo,
no es la playa en sí. Me sorprendió muchísimo que estuviera decentemente
limpia. He visto playas mucho más guarras en Europa, aunque puede ser que haga
ya varios años de eso y que cada día seamos más civilizados. No había muchas
colillas, ni muchas cáscaras de fruta, había bastantes papeleras (pero he encontrado esto)… Es notable,
porque he observado que cuanto más pobre es el país, menos cuidado le pone la
gente a tener la playa limpia, aunque vivan prácticamente de ella. Y en China,
en promedio, la gente es muy pobre. Guarra estaba el agua, porque los chinos
son muy especiales, guarros y dóciles a la vez y les ponen unas vallas para que no entren tiburones y allí
se bañan sin desobedecer. Y toda la porquería que echan al agua allí se queda porque con las
vallas no circula. Sin contar con los residuos del puerto claro. Como el ser
humano y el ser chino es vago por naturaleza, los chinos se ponen cerca del
agua con la toalla, y están todos juntos. Por eso cuando sacan las fotos de
las playas chinas te echas las manos a la cabeza de la aglomeración. Pero no
llega a esto:
Sin embargo, ya digo, la playa tenía una parte sin vaya
donde uno no se podía bañar porque además no había socorrista, y ahí, sin vaya
ni boya, mi amiga y yo estuvimos tan panchas todo el rato en el agua, bastante
limpia. Y en la arena tampoco había tanta gente. La experiencia fue muy buena,
desde luego; sólo nos faltó que hubiera tumbonas (no ha llegado este avance de
la tecnología a China).
Hasta aquí, diréis: pues vaya chufla de historia, ¿nada que
llamase la atención? Bien, agarraos porque lo fuerte es la presencia de chinos.
Los chinos son parte del paisaje porque son los que hacen que todo esto valga
la pena.
Los chinos se bañan con bóxers de los apretados. No sé con
qué propósito, de verdad, pero desde luego no con el de marcar paquete porque
parecen chicas. Algunos creo que ni siquiera llevaban bañador, iban con el
calzoncillo y listo.
Las chinas no llevan bikini: llevan una camiseta con relleno
de tetas y volantes, y faldita con braga incorporada con más volantes. En fin,
ni las gordas tienen curvas, algo tendrán que llevar para darles un poco de volumen. Alguna muy osada se pone
bikini pero se tapa con una camiseta de rejilla sepsi. Debajo algunas se ponen
el sujetador, con más relleno, claro, que aquí no los venden sin. Me daría
pereza salir del agua por no escurrir toda esa cantidad de gomaespuma.
Bueno, ya tenemos a los chinos vestidos, ¡ahora toca
bañarse! Todos bien agarrados a las boyas porque no saben nadar. Todos bien
sujetos a su móvil, que se bañan con él y todo. Y todos con flotador. ¡Los
alquilan! Hombres y mujeres hechos y derechos, con su pelo en pecho y en
sobaco, haciendo el amago de nadar a crol con un flotador de un metro de
diámetro. He visto cosas que no creeríais...
Os podéis imaginar la situación: los chinos nos veían en bikini y nos
hacían fotos a mi amiga y a mí, por delante y por detrás, nos hacían vídeos,
nos miraban como si fuéramos de otro planeta. Nos veían bañarnos en la zona sin
vigilancia y donde debía de haber una profundidad de unos 2.5 m sin flotador y
se quedaban alucinados.
Os enseño un par de fotos, se puede ver que no sólo se podía estar en la playa, sino que estuvimos como reinas:
Os enseño un par de fotos, se puede ver que no sólo se podía estar en la playa, sino que estuvimos como reinas:
Por lo demás, ya digo, la zona de playa de Shenzhen no tiene
ningún encanto. Tiene una zona como de outlet del estilo de Las Rozas Village
digno de mención porque los chinos copian sin mirar y ni ellos saben bien qué
copian. Atención a las siguientes imágenes. ¿Es una iglesia? ¿Por qué tiene el
aire acondicionado justo donde la puerta? ¿Y qué clase de estatua es ésta delante del aire acondicionado?
Os dejo tiempo para que lo reflexionéis, tened en cuenta que se han gastado el dinero en esto esperando turistas occidentales. Niños, no juguéis con el Google Translator.
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